Daba cuenta ayer del estupor nacionalista sobre el cambio de nombre de la selección nacional vasca (se refiere a la de fumbol).
Hoy en El Correo escribe un parlamentario jeltzale (ya saben de esos que basan su actuación política en honrar a dios y las leyes antiguas) y viene a decirnos que toda la culpa la tiene un mal hombre, Dobaran, que tiene muy malos amigos, Villar, y que además lo fetén es “Euzkadi” (bueno el señor parlamentario no se atreve a escribirlo de esa guisa aunque seguro que le encantaría).
Se explaya luego sobre la malignidad del nombre nuevo, pero sin aportar mayores argumentos. Para el señor parlamentario es suficiente con que la censura franquista fue más estricta con el término Euskadi que con el otro. Vaya autoridad que trae a su favor el escritor.
Si le sacan al artículo las descalificaciones personales a los presidentes de la federación vasca de fútbol y de la española, le queda sólo que este señor no es partidario de Euskal erria porque cuando Franco no se perseguía tanto.
Seguramente dentro de pocos años este buen hombre defenderá, al igual que Arzalluz lo hizo con la autodeterminación, esa virguería de nombrecito que tanto denigra.
Para esto le pagamos el sueldo en Madrid a este señor, para que se dedique a redactar artículos sin orden ni criterio.
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