jueves, octubre 31, 2013

CONVERSACIONES

Bajo ese formato está escrito el libro DIARIO DE UN FRANCOTIRADOR. Albert Boadella dispara irónico sobre la actualidad mientras desayunan en su masía.

Una anécdota que cuenta es cómo intentó el consejero de cultura en un gobierno de Pujol que cambiara, en una obra sobre Josep Pla, la loción Floïd por Williams, pues aquella hacía referencia a un ex secretario de Òmnium Cultural  que se había opuesto a concederle al escritor el premio de honor de las letras catalanas y que se enriqueció con la famosa loción.

No hubo cesión a la censura, entre otras razones porque la otra loción era propiedad de una acreditada familia catalana.

La consecuencia la narra Boadella de la siguiente manera:
A pesar del sacramental, la obra se estrenó. Fieles a la táctica del país, las consecuencias fueron indirectas. Ello significó que las puertas del Teatre Nacional de Catalunya se nos cerraron definitivamente. Lo tuvo claro su primer director, Josep María Flotats. También el que vino a continuación, Domenec Reixach (para colmo exactor de Joglars) y el actual, Sergi Belbel.

La censura en las democracias es como un acto de prestidigitación. Nada por aquí, nada por allá.

El libro es de la editorial Espasa y muy recomendable su lectura.