domingo, julio 01, 2007

Los premios

Hace dos años le concedieron el premio Euskadi de literatura a Ramiro Pinilla, quien alegó en su defensa que no entendía cómo le habían premiado a él, que eran de esperar presiones políticas y que no las había habido. Aprovechó para señalar que su trilogía “Verdes valles, colinas rojas” no es antinacionalista, pero que el nacionalismo “ha sido pernicioso para el País Vasco, lo mismo que las religiones en otros sitios, la católica, la islámica ... eso lo sabe todo el mundo. En cambio las fes se mantienen y hay partidarios de ellas.”

Lo anterior lo traigo porque para la edición de los premios de este año, no concursarán dos libros bien importantes, que han sido reconocidos por la crítica y creo que al menos uno de ellos por el público.

Se trata que la normativa oficial, elaborada para que todo quede en casa, no contempla que escritores vascos, no enrolados en el mundillo nacionalista puedan competir por los premios Euskadi.

Ni Fernando Aramburu (Los peces de la amargura) ni Francisco Javier Irazoki (Los hombres intermitentes) podrán participar porque las normas que han diseñado los responsables de la cultura del paisito dicen que no cumplen ninguno de los requisitos establecidos en el apartado 3 del artículo 4 de la Orden de la Consejera de Cultura que regula el Premio Euskadi de Literatura en castellano en su edición del año 2007, por no residir sus autores en Euskadi, no pertenecer a la Asociación de Escritores Vascos (Euskal Idazleen Elkartea) ni estar asociadas sus respectivas editoriales (Tusquets e Hiperión) ni al Gremio de Editores de Euskadi ni a la Asociación de Editores en lengua vasca.

No ponen que no son simpatizantes nacionalistas, pero pudieran llegar a ello, no vamos a darle ideas.


Juan José Ibarretxe, en su alucinante proyecto de constitución, dice que todos los descendientes de vascos vivan donde vivan, tiene la ciudadanía vasca. Estos escritores nacidos en Euskadi, al vivir en Alemania, Francia o La Rioja, no pueden participar.

Nos queda el consuelo de que no podrán encontrar un libro que defina mejor la tristeza y la amargura de las víctimas del nacionalismo etarra, ni que, de forma tan poética, rechace el nacionalismo obligatorio.

Veremos el resultado y comentaremos la acrobacia del jurado.

Salud

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