Con ese título “Decir que no” titula un magnífico artículo en la edición de hoy de El País correspondiente al País vasco JOSÉ F. DE LA SOTA, recomiendo su lectura a todo interesado en la marcha del paisito.
Presenta la historia de un escribiente que se negaba a copiar legajos que le mandaban sólo por no verle ocioso. Respondía “preferiría no hacerlo” y era consecuente. Eso no es lo fácil.
Tiene razón de que en este país nos costó decir que no a los matones y a los asesinos, y por una terrible circunstancia, una sentencia de muerte que se ejecutaba obligatoriamente, puesto que lo que se pedía por su vida era materialmente imposible, la gente dijo no y llevó a los políticos a hacer promesas que duraron lo que duró la movilización, al no quedar nadie para mantenerla.
Copio los dos últimos párrafos:
Hace diez años unos cuantos millones de españoles y vascos salimos a la calle para decir que no. También aquello fue algo extraordinario, lo nunca visto. Este jueves se cumplirán diez años del asesinato de Miguel Ángel Blanco. Hace una década que dijimos "no". Pero el "no" duró poco. Tanta gente afirmándose en el no a la violencia y a la muerte resultaba inquietante, un peligro real para algunos. Tanta gente sin miedo les ponía los pelos de punta. Porque nunca en la historia de esta país habíamos tenido tanta gente menos miedo que entonces. Tampoco nunca nadie, lo recordaba el fiscal de la Audiencia Nacional en el juicio celebrado el pasado año por el asesinato del concejal de Ermua, había tenido tantos motivos como Francisco Javier García Gaztelu para no asesinar a su víctima. Nadie como Txapote tenía tantos motivos, y hasta tantas excusas si se quiere, para "preferir no hacerlo". Contra las vocaciones firmes, sin embargo, no hay nada que hacer.
Por su parte, el nacionalismo democrático y su adherencia EB prefirieron muñir el acuerdo de Estella-Lizarra y olvidarse del "no" colectivo, contundente de Ermua. Todos volvieron a copiar legajos. El miedo, ese señor de oscuro que guarda la viña, volvió a enseñorearse del país. Vinieron tiempos turbios. Nadadores en aguas revueltas. Es una historia triste, desdichada de veras la que nació y murió en el mes de julio de 1997, hace ahora diez años. Han pasado diez años y aquel inmenso "no" es tan sólo un recuerdo de muchas manos blancas, polvo de hemeroteca. Los que dijeron no luego dijeron sí y más tarde tal vez. Ahora todo es según. Puede que el escribiente de Melville, el señor Bartleby, sea objetivo de ETA.
Mucho antes de esto nos había enseñado Raimon a los que teníamos uso de razón en el 68 y antes:
Ara que som junts
diré el que tu i jo sabem
i que sovint oblidem:
Hem vist la por
ser llei per a tots.
Hem vist la sang
—que sols fa sang—
ser llei del món.
No,
jo dic no,
diguem no.
Nosaltres no som d'eixe món.
Hem vist la fam
ser pa
per a molts.
Hem vist que han
fet callar a molts
homes plens de raó.
No,
jo dic no,
diguem no.
Nosaltres no som d'eixe món.
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