domingo, noviembre 25, 2007

El arte y el alcalde

Mañana es el día en que sabremos, nos lo dirá en primera instancia el juez Edmundo Rodríguez-Achútegui, si a la pasarela se le puede adosar un adefesio con utilidad comercial.

El alcalde de todos los bilbainos dice que sí, que lo pagó y es suyo. El artista dice que es su obra y que la vende pero que no se puede cambiar.

Si el Sr. Alcalde quería una pasarela o puentecillo para salvar el río debiera haberle encomendado el proyecto a los servicios técnicos municipales, y proceder a su ejecución por el método de subasta y que sea lo que dios quiera.

Si encargó una obra de diseño se supone que no está autorizado el consistorio a rediseñarla, pero esperemos a lo que diga el Sr. Juez y los recursos que procedan.

Un punto débil de la defensa del arquitecto es el solicitar una cantidad de dinero para renunciar a la gloria. O ésta no tiene precio o no es gloria.

No puedo ahora profundizar en la historia de la pasarela, pero da para más de un sucedido. Recuerden cuando se construyó y desembocaba en la nada. Auténtico monumento para hacer fotos, pues no conducía alado ninguno.

Vino a continuación el añadido de andamios, ejemplo de chapuza municipal. Las quejas por lo deslizante del pavimento, otra chapuza de los servicios técnicos que pagaron como puente lo que era una escultura. Así se puede seguir con infinitos despropósitos, recuerden sino la especial vigilancia a los incívicos que rompían los cristales y que parece que era un efecto no deseado del diseño.

Finalmente dos reflexines, ¿qué opinaría el Sr. Alcalde si alguien opta por poner un cobertizo de uralita adosado al Guggenheim? ¿Se le pueden adosar a un cristo dos pistolas sin ofender el buen gusto?

País.

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