Con este título publica en El Correo un artículo de Joseba Arregi, con el que estoy muy de acuerdo. Empieza explicando el por qué del título basándose en la comedia “El que decía que sí y el que decía que no” de Bertolt Brecht, cuando el decir no era positivo.
Recomiendo su lectura completa, pero si alguien no está por la labor, le copio unos párrafos muy significativos.
Ibarretxe dice sí a los fines del nacionalismo, incluyendo los fines de ETA. Ibarretxe dice sí a definir la sociedad vasca sólo y exclusivamente desde la perspectiva nacionalista. Ibarretxe dice sí a la uniformidad, a la homogeneidad. Ibarretxe dice sí a una visión mistificada de la historia vasca. Ibarretxe dice sí a la amputación de la nación cívica vasca. Y ninguno de estos síes es positivo ni democrático.
Y, en sentido contrario, Ibarretxe, con su propuesta aparentemente enrollada en la bandera exclusiva del sí, está diciendo no a muchas cosas muy importantes. Está diciendo no en primer lugar a la claridad. En un tema de enorme envergadura y que afecta profundamente al futuro de los ciudadanos vascos, plantea procesos llenos de interrogantes, de condicionales, procesos que se intuye poseen un fin claro, dejar de pertenecer al ámbito jurídico-institucional que se llama España, pero que se plantean de forma que no produzcan miedo, sin aclarar ni las condiciones, ni las consecuencias.
Ibarretxe dice no al pluralismo vasco. Asumir en serio el pluralismo vasco y la complejidad de la sociedad vasca implica definir desde la transacción de las diferencias la institucionalización jurídico-política de la sociedad vasca. No basta con convocar a todos, nacionalistas y no nacionalistas, a votar en un hipotético referéndum. ¿Faltaría más! Asumir la complejidad vasca exige transaccionar entre las distintas formas de ver, sentir y vivir la realidad vasca. Y sin pluralismo no existe libertad. Por lo tanto, Ibarretxe dice no a la libertad de los ciudadanos vascos. Sin reconocimiento del pluralismo interno a la sociedad vasca no es posible la libertad, porque no se reconoce la diferencia, no se reconoce el derecho a la diferencia, no se reconoce el derecho a que la definición válida para todos recoja las diferentes formas de imaginarse la sociedad vasca.
Creo que coincide en esto con algunos nacionalistas “ilustrados”, si es posible el oximoron, que ya empiezan a reclamarle a Ibarretxe que aclare lo que quiere preguntar en ese referéndum imposible.
En fin señores, que se nos avecinan tiempos interesantes para hacer que la razón prevalezca frente al romanticismo y la sensiblería nacionalista.
Un amigo me comentaba ayer, con la expresión de Ibarretxe, Qué hay de malo en que la gente exprese sus sentimientos patrioteros?
Sólo le pude decir que no hay nada malo, pero que el ser hombres, racionales, les obliga primero a usar de la razón para las cosas de la polis, y después, siguiendo al filósofo podrán sumirse en la idioteia si no pueden ser ciudadanos a tiempo total.
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