miércoles, noviembre 14, 2007

Sexualidad y ciudadanía bajo el capitalismo

Bajo este título publica un artículo Javier Ugarte Pérez en el nº 176 de Claves de Razón Práctica correspondiente a Octubre.

Analiza de una forma muy clara y amena las relaciones de producción desde el siglo XIX hasta ahora, distinguiendo tres épocas o fases.

En la primera fase capitalista la industria necesitaba una gran cantidad de mano de obra poco cualificada, dando lugar al empleo masivo de niños, y la familia, bajo una situación de falta de asistencia pública, necesitaba muchas manos para hacer la subsistencia y especialmente para hacer frente a la enfermedad. Se corresponde con gran aumento de la natalidad, sobre todo dentro de la clase trabajadora, y la persecución y postergación de la homosexualidad y la libertad de la mujer especialmente.

Una segunda fase, que se puede cifrar en los primeros años del siglo pasado y que coincidiría con el desarrollo de la técnica, (la turbina, el motor eléctrico, el uso de la electricidad en los hogares, el motor de explosión interna, el teléfono, el refino, etc.) impulsando la expansión económica y el incremento de la productividad. En esta fase se necesita menos mano de obra sin cualificar y más consumidores, por lo que hay que gastar en formación, se desarrolla la instrucción pública para facilitarla. Coincide con el desarrollo de los derechos de la mujer y el afloramiento de la homosexualidad sin que se les persiga. Tiene reflejos en la literatura y en el desarrollo de derechos como el sufragio de la mujer.

La tercera fase capitalista desde los años sesenta, se caracteriza por la invención de los robots que junto con la electrónica y la informática hacen aumentar exponencialmente la productividad y se pasa a que en el mercado sea la oferta, en lugar de la demanda, la que crea las necesidades. Más productos, más modelos, mejores productos o quizá sólo más apetecibles.

El asalariado puede estar tan atado a su trabajo como en siglos anteriores, pero las cadenas son sutiles porque no se emplea la fuerza para lograr el acatamiento de las normas. Las empresas han logrado que cada empleado se esfuerce por trabajar ligando su salario base a su productividad a través de los complementos de sueldo y las primas. Los sindicatos han perdido buena parte de sus funciones, por la decadencia de la actividad industrial y la dispersión en pequeñas empresas.

El trabajo hasta la extenuación fue el rasgo propio de la primera fase industrial, mientras la fatiga y las lesiones orgánicas por repetición de tareas caracterizaron a la segunda. El presente se encarna en el strés.

Esta última fase conlleva asimismo otro tipo de relaciones, más abiertas, a la vez que obliga a una alta especialización para entrar en el mercado de trabajo, lo que se traduce en un gran costo en formación, por lo que las familias tienden a tener muy pocos hijos.

El estado tiene que proteger a las minorías y entre ellas a las minorías sexuales, tanto con prestaciones como concediéndoles derechos que con otros sistemas de producci´´on eran impensables.

Hasta aquí un pobre resumen de un buen artículo. Espero no desanimar de su lectura.

Salud

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