Los reyes este año han venido mejor que nunca, de seguir así, cada vez más, no sé donde vamos a parar.
En general muy prácticos y muy surtidos, salvo en el caso de Jack y el mío que además fueron espléndidos. Juzguen si no: una especie de jirafa de cuerdas de colores con una pelota por cabeza que llevaba un cascabel y otra por cuerpo.
Le duró un cuarto de hora, pero qué cuarto de hora. Todo fueron saltos carreras y roer el muñeco entero.
Los míos aún mejor, además de algunas cositas, entre ellas un cachivache electrónico para sacarle provecho al canon que le pagamos a los amigos del gobierno, un libro de Woody Allen (Pura Anarquía) que promete y del que daré cuenta cuando lo tenga leído, y una joya para la biblioteca: LOS ENSAYOS de Michel de Montaigne según la edición de 1595.
Dado que no pienso finalizar nunca su lectura, iré poniendo pensamientos de vez en cuando en el blog.
De esta obra tiene dicho Stefan Zweig (una autoridad para mí) lo que sigue: Montaigne nos ayuda a responder a esta cuestión singular: ¿cómo permanecer libres? ¿Cómo preservar nuestra lucidez innata frente a todas las amenazas y peligros del fanatismo? ¿Cómo preservar la humanidad de nuestros corazones en medio del fuerte aumento de la bestialidad?
Quevedo también dejó escrito esto otro: La autoridad del señor de la Montaña en su libro, que en francés escribió y se intitula Essais o Discursos, libro tan grande que quien por verle dejara de leer a séneca y a Plutarco, leerá a Plutarco y a Séneca
Muchas gracias queridos, reyes, esposa e hijos.
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