Doña Miren, la portavoz, se sorprende de que un miembro del consejo General del Poder Judicial les cante las verdades del barquero a los componentes del gobierno que marcharon en manifestación contra otro poder del estado.
Dice la señora portavoz que la manifestación no pretendía deslegitimar a la justicia ni a los jueces, y que la constitución española ampara el derecho de manifestación, sólo faltaría, pero dice más y la Sra. lo calla.
No es de recibo que, bien el gobierno en unos casos o los máximos dirigentes de los partidos que lo conforman, tilden a los miembros del más alto tribunal de justicia, entre otras lindezas, de franquistas, ultraderechistas, prevaricadores, corporativistas, arbitrarios, entrometidos y vengativos.
Lo anterior lo argumenta eficazmente Florencio Domínguez en El Correo.
Puede que para aguantar en la portavocía de un gobierno se necesite una cierta dosis de cinismo, pero no es posible encontrar en la historia un caso como el de la Sra. portavoz, ni siquiera en la época de Aznar el intrépido Miguel Ángel Rodríguez llegó a tanto.
Justo cuando inician una reforma del famoso reglamento “que no le permitía al presidente Atutxa la disolución de EH”, para no tener que disolver a las emakumes comunistas de la tierra, nos anuncia la portavoz una querella contra el magistrado que les critica.
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