miércoles, junio 27, 2007

Premio merecido

La concesión del premio Príncipe de Asturias a Amos Oz ha sido un gran acierto. Se trata de un intelectual comprometido con el proceso de paz en Oriente Próximo. Ha sido Premio Israel de Literatura en 1998.

Dice en Elpaís.com que ha manifestado que se siente "honrado" por haber sido galardonado porque este reconocimiento viene de un país, España, cuya cultura admira.

Hace unos años he tenido el placer de leer un ensayo suyo publicado por Siruela, editorial en la que tiene publicados otros diez títulos y anuncia dos más para próximamente.

Copio parte del primer párrafo de “Contra el fanatismo”

¿Cómo curar a un fanático? Perseguir a un puñado de fanáticos por las montañas de Afganistán es una cosa. Luchar contra el fanatismo, otra muy distinta. Me temo que no sé exactamente cómo perseguir fanáticos por las montañas pero puede que consagre una o dos reflexiones a la naturaleza del fanatismo y a las formas, si no de curarlo, al menos de controlarlo. La clave del ataque del 11 de septiembre contra Estados Unidos no sólo hay que buscarla en el enfrentamiento existente entre pobres y ricos. Dicho enfrentamiento constituye uno de los más terribles problemas del mundo, pero cerraremos en falso el caso del 11 de septiembre si pensamos que sólo fue un ataque de pobres contra ricos. No se trata sólo de “tener y no tener”. Si fuera así de simple, uno esperaría que el ataque viniera de África, donde están los países más pobres y tal vez que fuera lanzado contra Arabia Saudi y los países del Golfo ,que son los Estados productores de Petróleo y los países más ricos. No. Es una batalla entre fanáticos que creen que el fin, cualquier fin, justifica los medios. Se trata de una lucha entre los que piensan que la justicia, se entienda lo que se entienda por dicha palabra, es más importante que la vida, y aquellos que, como nosotros, pensamos que la vida tiene prioridad sobre muchos otros valores, convicciones o credos.

En otro párrafo escribe “El fanatismo es más viejo que el islam, que el cristianismo, que el judaismo. Más viejo que cualquier Estado, gobierno o sistema político. Más viejo que cualquier ideología o credo del mundo. Desgraciadamente, el fanatismo es un componente de la naturaleza humana, un gen del mal, por llamarlo de alguna manera.”

Salud

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