Los que ya ni peinamos canas, tenemos una triste experiencia en la marcha de la afirmación de la sociedad, de los ciudadanos, frente al terror de ETA.
Están plagadas las hemerotecas de casos como el que nos afecta y quiero resaltar hoy. Cuando el clamor de la gente frente a los actos de ETA se manifiesta en la calle o en los medios con más fuerza que de costumbre, tal que si de una mano negra se tratara, sucede algún hecho que desarma a los ciudadanos y da más credibilidad a los terroristas.
Ha vuelto a suceder. A la rebelión contra el comunicado de ETA en el que nos amenaza otra vez de muerte, le ha seguido el reencarcelamiento del preso De Juana Chaos.
No quiero decir que no sea ajustada a derecho la acción decretada por la justicia, seguro que es igual de ajustada que la anterior de llevarle al hospital de San Sebastián. No se trata de eso, se trata de la mala casualidad de que esto coincida en el tiempo con el cabreo incipiente de los ciudadanos vascos y españoles frente al chantaje etarra.
La medida adoptada con el preso tiene un tufo a venganza, o a no querer afrontar los costes políticos de su arresto domiciliario, cuando sus conmilitones etarras anuncian su decisión de seguir con lo que venían haciendo desde que mataron en barajas a dos trabajadores.
¿No se darán cuenta, los cerebros pensantes, que con esas acciones sólo demuestran que la decisión de excarcelación fue política, que usaron el derecho para ofrecer bazas a los negociadores?
Ya sólo nos queda por ver que le apliquen ahora un régimen disciplinario más duro, a la espera de que los de ETA se apiaden del preso y proclamen una nueva tregua para salvar a De Juana de una condena de un año.
A veces nuestros gobernantes parecen niños, pero lo malo es que las consecuencias de lo que hacen son “de mayores”.
Salud
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