martes, octubre 02, 2007

Nación laica y disolución de ETA (y II)

Resuma la segunda parte del artículo de Xabier Markiegi en Cuadernos de Alzate, que se centra en los hitos políticos vividos por EE desde 1978 y proyecta algunos sobre la conflictiva actualidad.

EE votó no en el referéndum constitucional y reconoció que había perdido, no participo de la mixtificación nacionalista que sumando abstenciones y noes prometía una victoria de estos últimos.

Participa en la elaboración del Estatuto de Guernica y tras las elecciones municipales y forales obtiene presencia política en todas las instancias. Esa participación real en la vida política les llevó, según Markiegi a cargarse de razones frente a la izquierda abertzale y fue el primer proceso de laicización de EIA-EE e influyó indiscutiblemente en el debate interno de ETA p-m para su disolución.

Considera que la actuación de EE supuso un factor muy importante para la disolución y precisamente desde entonces ETA trata de impedir que se repita el considerado por ellos como el mayor error de los poli-milis: aprende que si mandan los políticos, pronto o tarde entrarán en contradicción con los milis. Y, por ello, imponen ante todo que el fusil mande la política.

Dice que la llamada izquierda abertzale debe arriesgar y hacer política democrática y que al resto del nacionalismo le corresponde coadyuvar a ello renunciando al ventajismo. Negándose a recoger fruto alguno contaminado por los métodos y por las razones de quienes tanto han asesinado. Garantizando a las víctimas del terrorismo que jamás permitirán que se reconozca razón que hubiera justificado su victimización.

Continua Xabier preguntándose ¿qué conflicto? ¿Cuál es la anormalidad a normalizar? Para despacharse con una consideración seria sobre el nacionalismo, que considera fundado sobre la mentira y apelando a una historia mítica, su concepción del “pueblo vasco” es abstracta, esencialista, etnicista y absurdamente sacra.

Finaliza con un párrafo que copio literalmente.

La interiorización de que no hay nación si excluye a sus ciudadanos la debe hacer toda la ciudadanía, y además, en profundidad. No puede ser meramente retórica o de semblante cariacontecido ante cada acto de barbarie. Los clérigos enseñarán siempre el “no matarás”. Los padres en casa y los profesores en las aulas practicarán el “no mentirás”. No habrá ya ciudadanos de dos clases, “vascos y los otros, los de fuera”. No habrá políticos tramposos que quieran jugar con dos barajas, ni recoger los frutos del árbol del Mal.

Salud

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