Quizá sea un tema menor pero, a raíz de lo que publica en su segunda marca un maestro bloguero sobre el nombre del pueblo a tratar en le próximo pleno, me vienen a la mente unas cuantas reflexiones, ideas o chorradillas que me atrevo a compartir con el personal.
Resulta que desde el inicio de los tiempos, de antes no hay memoria ni escrita ni histórica, a Sopelana se le llamó Sopelana y los vecinos y conocidos lo decían como mejor les convenía.
No hay constancia de que al gran inventor Sabino de Arana y Goiri se le ocurriera otra nomenclatura para el lugar.
Dicen, los que dicen que son expertos en etimologías, que Sopelana puede venir de Txopel, y éste derivar en Sopela. La realidad es que Sopelana existió “siempre”, sin conflictos con el nomenclator, hasta hace cuatro días.
Entre lo que dice el Ayuntamiento, lo que puede que diga la academia y lo que quiere la oposición (humillar a Imanol sin sacarle de la alcaldía, pues no vaya a ser que además de predicar le podamos pedir que den trigo) propongo una humilde tercera vía: hagamos caso a la realidad y pongamos por nombre al pueblo Sope que es como se le conoce en Larrabas y como lo pronuncian el común de los mortales.
¡Que les paguemos a los señores concejales todo lo que le pagamos para que se dediquen a lo que se dedican! Dan ganas de hacerse del equipo de los proveristas, o mejor, del Karma Democrático, que al menos no te sorprenden con esas chocholadas. Las ponen directamente en el programa electoral y quien sea partidario de llevar la ría a Begoña pues les vota, la ría sigue donde está, y todos tan contentos.
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