Parece ser que finalmente se impondrá la campaña electoral y no habrá fútbol navideño en el paisito.
El motivo oficial viene a ser porque no sabemos quien somos ni como nos llamamos.
¡Toma soberanía!, que diría el muñeco.
Traigo nuevamente al rincón el partidito previsto contra los iraníes, porque según titula hoy El Correo, el enfado mayor de los periodistas es porque les han vuelto a cambiar el nombre cuando menos se lo esperaban.
En plena campaña soberanista y cuando debiera estar Estrasburgo inundado de firmas de vascos y vascas cabreados, va uno “DE CASA” y decide que el nombre es el que quiere el que manda.
En este rincón siempre he procurado ser respetuoso con los nombres de cada quien, o que cada cual adopta, pero es que, cuando te encuentras con semejante grafía tuneada como la que tiene en su apelación el jugador de segunda división Mikel Labaka, es como para no fiarse de lo que diga. Se duele que sea uno de "los nuestros" quien le impone el cambio.
Lo mismo que el significado de las palabras para Humpty Dumpty, como toca moderar el discurso, no se puede ser Heuskal Herría, Euskadi es más homologable.
Ningún jugador ni político ni sindicalista metido a salva-patrias le hizo el menor asco a jugar contra una selección en cuyo país es de justicia apedrear a mujeres hasta su muerte, lo que no pueden aguantar esos espíritus puros es que les jueguen con el nombre de la cosa.
No importa que cualquiera de las denominaciones sea un invento más o menos reciente, lo mismo que el partido ya es histórico tras escasos años celebrándose, el nombre del paisito, para estos, es de siempre aunque se le haya revelado al Sabino racista hacia 1890.
País
El motivo oficial viene a ser porque no sabemos quien somos ni como nos llamamos.
¡Toma soberanía!, que diría el muñeco.
Traigo nuevamente al rincón el partidito previsto contra los iraníes, porque según titula hoy El Correo, el enfado mayor de los periodistas es porque les han vuelto a cambiar el nombre cuando menos se lo esperaban.
En plena campaña soberanista y cuando debiera estar Estrasburgo inundado de firmas de vascos y vascas cabreados, va uno “DE CASA” y decide que el nombre es el que quiere el que manda.
En este rincón siempre he procurado ser respetuoso con los nombres de cada quien, o que cada cual adopta, pero es que, cuando te encuentras con semejante grafía tuneada como la que tiene en su apelación el jugador de segunda división Mikel Labaka, es como para no fiarse de lo que diga. Se duele que sea uno de "los nuestros" quien le impone el cambio.
Lo mismo que el significado de las palabras para Humpty Dumpty, como toca moderar el discurso, no se puede ser Heuskal Herría, Euskadi es más homologable.
Ningún jugador ni político ni sindicalista metido a salva-patrias le hizo el menor asco a jugar contra una selección en cuyo país es de justicia apedrear a mujeres hasta su muerte, lo que no pueden aguantar esos espíritus puros es que les jueguen con el nombre de la cosa.
No importa que cualquiera de las denominaciones sea un invento más o menos reciente, lo mismo que el partido ya es histórico tras escasos años celebrándose, el nombre del paisito, para estos, es de siempre aunque se le haya revelado al Sabino racista hacia 1890.
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1 comentario:
Una vergüenza menos, D. Rubin. Al carajo los ayatolás...
Y, que no sepamos como llamarnos debe ser algo común. Aquí también es dicutible y discutido. Sobre todo por los memos...
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