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El Cervantes
A Juan Marsé le dieron merecidísimamente el premio Cervantes.
Desde este rincón quiero unirme a tantos que le glosarán más acertadamente, pero con el título de ser lector incondicional de Juan Marsé.
En mi pequeña biblioteca figuran ocho obras suyas y si sumo las dos que leí prestadas me faltan tres de sus libros.
Fiando a la memoria y descontando las Ultimas tardes con Teresa, de obligado reconocimiento, me quedo con Ronda del Guinardó, Si te dicen que caí, y Rabos de lagartija.
En su última novela Canciones de amor en lolitas club, se aleja de su escenario mágico de El Rabal, Gracia, y toda la zona alta de la Barcelona de posguerra, con sus chabolas, sus casas baratas, sus bares de barrio y aquellos cines de sesión continua con obreras del sexo manual, para acercarse, a mi modo de ver con inmenso acierto, a la novela negra.
Juan Marsé es un independiente nada independentista y así le ha ido con el magma nacionalista que penetró Barcelona hace ya tanto tiempo. Le imagino riéndose ahora cuando todos correrán a hacerse la foto con el premiado.
Dice el amigo Rogelio, a propósito de otro barcelonés premiado, que cuando le dan un premio a nuestro autor preferido nos lo dan también un poco a nosotros los lectores. En este caso yo estoy tan exultante como si me hubiera tocado la lotería, pues al Cervantes no aspiro.
Léanlo.
2 comentarios:
Enhorabuena a don Juan Marsé (y a Vd., por lo que le toca)
Es una pena que, en nuestra tierra, los adolescentes no leerán sus obras en colegios e institutos, porque todavía no se han traducido al euskera...
Quizá el Gobierno lo financie ¿No?
Pais.
Muchas gracias por la paráfrasis y, por supuesto, por tu fenomenal artículo.
Un saludo - J. Rogelio Rodríguez.
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