Trae la página de la Fundación para la libertad bien destacado, el artículo que Joseba Arregi publicó en el Diario de Cartaluña ayer, en el que bajo el título de Tiempo de oportunidad se refiere a la crisis del estado autonómico y alguna posible solución de mejora.
Quiero destacar unos párrafos en los que propone una mejora imprescindible para el paisito y que el PNV debiera adoptar inmediatamente.
El presidente del PNV ha afirmado que ante la hipótesis de un no del Tribunal Constitucional a la consulta de Juan José Ibarretxe, su partido va a acatar la decisión y no va a optar por las vías de la desobediencia civil, aunque no les gusten las normas del sistema de las que se deduzca el no.
Pero ese disgusto con elementos del sistema no le lleva a renunciar al poder autonómico, que solo tiene sentido y legitimidad dentro y desde el sistema que disgusta. La pregunta que antes o más tarde tendrá que formularse el PNV y responder con claridad es cuál es su posición ante el sistema como conjunto, si se trata de una posición afirmativa o negativa, porque a la larga ningún sistema ni ninguna de sus partes pueden seguir vigentes en la condicionalidad permanente. No se puede estar a las duras --quiero el poder que me otorga el Estado autonómico--, pero no a las maduras --no me gustan las consecuencias de los sistemas de arbitraje previstos en él.
El PNV debe saber que ya no es cuestión de moderación y pragmatismo contra radicalidad. Las ambigüedades típicas y connaturales al nacionalismo han sido aceptables mientras el sistema no poseía legitimación alguna. Pero el Estado autonómico español es un Estado de derecho y democrático, sin déficit estructural alguno, lo que no significa que no tenga imperfecciones. Y la razón de la legitimidad democrática del Estado autonómico ante el que el PNV se tiene que decidir como ante un conjunto es, en lo que a los ciudadanos vascos se refiere, el pluralismo y la complejidad de la sociedad vasca, su carencia de homogeneidad en el sentimiento de pertenencia nacional --lo cual implica un valor y una riqueza democrática.
Salud
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