domingo, marzo 11, 2007

Cromagnon


Publicó recientemente ABC una entrevista con Félix Ovejero Lucas, de la que reproduzco dos respuestas del profesor a un tema de gran actualidad.

—¿La devoción de Zapatero por Cromagnon es, pues, una estrategia electoral de poder para marginar a la derecha competidora: para esquinar al Partido Popular?
—Seguramente ese es un efecto, aunque no sé si la intención. Las estrategias de aislamiento de la oposición, o de división, forman parte del juego político normal, pero a veces resultan peligrosas. El problema con los nacionalistas es que constituyen un aliado imposible porque no comparten la comunidad política de referencia. A ellos, el interés general de los ciudadanos les trae sin cuidado, y como no tienen que responder políticamente frente al conjunto de la población —sino solamente frente a su parte del electorado— siempre son caballo ganador. No olvidemos que los presupuestos generales del pasado año dependieron de si el catalán o el valenciano se llamaban lo mismo, es decir que lo que se iba a gastar en Sanidad en determinados sitios dependía de la reivindicación de alguien a quien sólo le preo-cupaba una parte del territorio. Para que la democracia apunte en sus decisiones a la Justicia es importante que se esté de acuerdo en la comunidad de referencia, en que todos los intereses se consideren igualmente atendibles. La consecuencia es que, seguramente en contra de lo que quisiera, Zapatero está debilitando la realización de principios de Justicia, los que la izquierda siempre había defendido.
—¿El supuesto «republicanismo» de Zapatero es contradictorio con el nacionalismo?
—Para el republicanismo los ciudadanos no tienen otro compromiso que la defensa mutua de sus derechos y libertades. Discutimos y deliberamos, y eso se traduce en una ley que asegura la libertad, una ley justa que impide que unos dominen sobre otros. Son los principios que han abastecido a las revoluciones democráticas. El socialismo era un ahondamiento en esos principios, una extensión de su aplicación. Pues bien, cuando la deliberación entre ciudadanos se sustituye por la negociación entre pueblos, se ha quebrado ese ideal de justicia y de democracia. No se atenderán los intereses justos, y sí los de quienes tienen poder para imponer los suyos.

Estas respuestas vienen a confirmar lo injusto del sistema electoral actual, y lo difícil que puede ser conformar gobiernos. Basta para ello recordar lo bueno que fue Aznar para el PNV mientras le pagaba por aprobar los presupuestos, y en cambio ahora cualquiera le puede comparar con ETA o con Franco o las dos cosas al mismo tiempo, y todo desde la militancia en un partido dederechas, retrógrado, que mantienen incólume su ideario racista decimonónico.

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