El presidente del Gobierno Vasco es lo que hace, dar a luz, cuasi diariamente, una nueva propuesta para alcanzar la democracia, cada vez la más auténtica.
Un sueño.
El último sueño ya no es el que los vascos, como un solo hombre, le proponemos “a Madril” nuestra última voluntad condensada en proyecto de ley, ahora es Ibarretxe el rey de los vascos, quien pretende acordar con el presidente del “GobiernodeEspaña” los derechos de todos los vascos, los presentes, los futuros y los extraterritoriales.
Así nos va, continuamente sobresaltados ante el inicio de la historia, continuamente partiendo de cero, continuamente sobresaltados por la nueva ocurrencia o el nuevo parto del nacionalismo que nos gobierna.
Tengo leído (no sé citarlo ahora e invito a cualquier amable lector a que me socorra) que ese olvidar la historia, el inventarla, y especialmente el pretender avanzar en el vacío, ciscándose en las leyes y en los procedimientos, es fascismo totalitario en estado puro.
No se puede cada día partir de cero y pretender solucionar el futuro entero. Ibarretxe no parte de cero. No gobierna una comunidad que surge de la nada y aparece él como iluminado salvador, nos gobierna porque hace muchos años los españoles acordamos una reforma política y luego una constitución, posteriormente los vascos además acordamos un estatuto que regula nuestras competencias.
Esos saltos en el vacío, con quema del Reichstag incluida o no, estarán bien para los iluminados, pero a el común de mortales no está por esos totalitarismos mañaneros.
País
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