Ya les hablé de la importante intervención de Joseba Arregi en la proyección de “Corazones de hielo”, a continuación copio unos párrafos como muestra de lo dicho y les invito a leer la intervención completa.
Porque los peligros de que la memoria se convierta en ocultación están siempre presentes. Sobre todo, el peligro de la ocultación de dos elementos nucleares de la memoria de las víctimas. Porque éstas, las victimas asesinadas o sometidas a un atentado intencionalmente mortal, lo fueron porque estorbaban en el camino hacia la consecución de un proyecto político. Fueron instituidas víctimas por medio del asesinato en nombre del pueblo vasco, como lo recordaba estos días Santiago González en un artículo, y se lo recordaba a la presidenta del parlamento vasco.
Y éste, el pueblo vasco, y sus representantes legítimos, tendrán que preguntarse por qué le ha sido posible a ETA mantener durante tanto tiempo y con tanta facilidad la legitimación de sus asesinatos sobre el reclamo de la defensa del pueblo vasco, de su reconocimiento como pueblo. Y tendrán que preguntarse si el mantenimiento indiferenciado de determinados discursos llenos de referencias al conflicto vasco, a la necesidad de negociar con ETA, a la legitimidad de compartir los mismos fines, no tiene nada que ver con la facilidad con que ETA ha podido instaurar víctimas entre nosotros asesinando.
Y la sociedad vasca tendrá que preguntarse si no ha mirado demasiado a otro lado mientras ETA decía que mataba en su nombre. Si no ha ‘entendido’ demasiado las razones de ETA, si no ha perdido demasiado su nervio moral, su propia humanidad, en esa comodidad de mirar a otro lado mientras en su seno se producían los atentados que instituían víctimas asesinadas y dejaban tras ellos víctimas familiares ocultas en la propia sociedad vasca.
‘Corazones de hielo’ es un documento donde hablan los familiares de los asesinados, las víctimas. Esas que tan molestas le son a la sociedad vasca, que tan molestas le han sido a la sociedad vasca, porque son el recordatorio de la mala conciencia que debiera tener la sociedad vasca, especialmente el elemento nacionalista en ella y, añado, elemento que vas más allá de lo que normalmente denominamos mundo nacionalista, porque las víctimas son la voz que impide que muchos nos podamos, o se puedan ocultar bajo la pretensión de ser buenos de nacimiento, de tener un derecho innato a la buena conciencia.
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