Santiago González, antiguo jefe de prensa de Ramón Jauregui, en la delegación del gobierno y creo que también cuando pasó al gobierno vasco, y posteriormente imprescindible articulista de El Correo, que recientemente fichó por El Mundo publica hoy en este periódico y en su blog una artículo en forma de carta abierta a Patxi López en el que analizando el incidente con Rajoy y María San Gil, define una posición clara y digna, en la que se desmienten infundios sobre la utilización del terrorismo para fines políticos.
Puede ser un artículo algo largo, pero merece la pena leerlo con atención, yo lo copio para que conste y en el futuro haya otra referencia a la necesaria dignidad de la política en el país y también en el paisito.
Querido Patxi: Debo confesarte paladinamente que no esperaba yo a estas alturas ninguna propuesta ilusionante por tu parte, pero tu ‘performance’ en la capilla ardiente donde se velaban los restos aún tibios de Isaías Carrasco ha conseguido superar todas mis expectativas.
No necesitaré hacer muchos esfuerzos para que creas en el dolorido estupor en que me sumió el asesinato de Isaías. Es siempre lo mismo. La materialización del crimen es siempre brutal y sus efectos nos pillan siempre de nuevas, por mucho que fueran previsibles. Así me sorprendió: junto al rechazo de su bárbaro asesinato, un sentimiento de piedad por él en sus últimos momentos, por su familia, por sus compañeros de partido. Y por todos nosotros. Antes, bastante antes de que tú desempeñaras cualquier responsabilidad en el partido de los socialistas vascos, yo ya había llegado a hacer mía una máxima que aún mantengo: todas las víctimas son nuestras y todos los verdugos son ajenos. Algunos siglos antes había llegado a la misma conclusión el poeta John Donne:
"La muerte de cualquier hombre me disminuye, porque formo parte de la humanidad. Por eso, no preguntes nunca por quién doblan las campanas. Doblan por ti."
Por eso me resulta inasumible que tu hostilidad expulsara del duelo al jefe de la oposición.
-Cuando entró y me dio el pésame, le dije textualmente: “Acepto el pésame, pero espero que nadie más de tu partido diga de ni un solo socialista que agredimos o traicionamos a las víctimas o que cedemos ante el terrorismo.”
Recordarás que el 6 de julio de 2006 te reuniste con Arnaldo Otegi, Joseba Permach y Olatz Dañobeitia en un hotel de San Sebastián. Lo habías anunciado con nocturnidad unos días antes, justo después de que Rajoy renunciara a hacer eso que siempre le reprocháis: el uso político del terrorismo en el debate sobre el estado de la Nación. El jefe de la oposición dedicó un minuto a habla del tema y cuando ya no tenía posibilidad de volver al uso de la palabra, tú anunciaste en Radio Euskadi que te ibas a reunir con Batasuna. Para no hacer interminable este post no copio la media docena larga de veces que tú habías dicho que no te reunirías jamás con Batasuna si antes no se legalizaban, pero las tengo a tu disposición por si te flaquea la memoria.
Pues bien, aquel día, Mapi de las Heras dijo:
«Siento indignación absoluta, total. Patxi López nos ha vendido y nos ha traicionado».
Todos recordamos las imágenes de Pilar Ruiz desolada, la misma Pilar Ruiz que en febrero de 2005 te había escrito:
“Harás y dirás más cosas que me helarán la sangre, llamando a las cosas por los nombres que no son.”
Verás. Tu esperpéntica actuación del viernes no es sólo una agresión a un político del bando democrático. Es una falta de respeto con el cadáver de tu compañero. ¿Recuerdas cómo increparon al presidente del Gobierno algunos asistentes a los funerales por los guardias civiles Raúl Centeno y Fernando Trapero en la Academia de Valdemoro? Fue una falta de respeto, no ya hacia el presidente, que también, sino hacia aquellos dos jóvenes guardias asesinados en Capbretón. Imagínate ahora que la ofensa no viniera de unos individuos confundidos en una masa humana, sino de algún dirigente político de la oposición. Un remero de este blog, Winstanley, resumía ayer muy acertadamente su perplejidad, que también es la mía:
“La ironía no captada por el propio Patxi López consiste en haber utilizado un acto terrorista -la muerte de un ciudadano afiliado al Psoe- para acusar al rival político ahí presente de utilizar el terrorismo con fines políticos.”
Pasemos brevemente al contexto. En este blog, hemos podido conocer de tres fuentes distintas de la oposición los siguientes hechos, no aclarados en tu blog y sobre los que quisiéramos tu versión para poder contrastar:
Que en conversación telefónica con Leopoldo Barreda, sobre las 10:30 de la noche del viernes, y ante el interés de éste por visitar la capilla ardiente, Rodolfo Ares dijo que la familia no quería ver a nadie.
Que unos minutos más tarde, volvió a llamar Ares a Barreda para decirle que había hablado con la familia y que ésta accedía a que hicieran la visita al día siguiente.
Que los dirigentes del PP, que estaban esperando en un hotel de Bergara, se disponían a marcharse cuando les llamó su compañero Carmelo Barrio sobre las 11 para decirles que se había encontrado contigo en el Ayuntamiento de Mondragón y que tú habías dicho que podían ir.
Que los del PP decidieron que fueran a la capilla ardiente sólo Mariano Rajoy y María San Gil y que cuando estaban subiendo las escaleras fueron increpados por Miguel Buen Lacambra.
Que una vez en el salón donde se velaba el cadáver del infortunado Isaías, cuando el presidente del PP te dio el pésame, tú (seguramente mirándole a los ojos) le afeaste las opiniones que sobre vuestra actuación comparte con Pilar y Mapi, y que lo hiciste en un tono de voz alto, para que te oyeran (y te aplaudieran) todos los militantes socialistas presentes en el salón municipal.
Que Rajoy permaneció en silencio y San Gil te dijo que eras injusto.
Que después tú te marchaste y cuando Rajoy intentó acercarse al féretro para guardar el preceptivo recogimiento ante el cadáver de la víctima o rezar, si es que es creyente, se le acercó el portavoz del grupo municipal socialista en Mondragón para decirle: “No te acerques al féretro”.
Que entonces Rajoy se marchó y que inmediatamente detrás de él salió vuestra jefa de Prensa, Alma. (Éste es el único punto en el que no he encontrado unanimidad en las fuentes. Una de ellas dijo que el portavoz del incidente fue el jefe de Prensa de Pepe Blanco).
Que leyó a los periodistas tus declaraciones, consultando un papel en el que las llevaba escritas.
Fijémonos ahora en vuestro relato. ¿Es posible que la familia dijera no querer ver al PP, para, acto seguido, aceptar que vayan, sólo con el fin de que "no hubiera interpretaciones perversas" y poner la condición de que no se acercaran al féretro ni se dirigieran a ellos? Si pusieron tal condición, ¿no habría sido más lógico que advirtieseis al PP de cómo estaba el tema? ¿Qué tiene que ver con todo esto ni con la familia vuestra decisión de darle publicidad a la humillación públca del jefe de la oposición?
No me preguntes a quién quiero creer, si a un mentiroso pepero o a un veraz socialista. Prefiero creer a quien diga la verdad y esta versión me parece consistente. Preferiría que fueran una serie de malentendidos y que fue un calentón tuyo y que ningún periodista pudo ver a tu jefa de prensa en tal actividad, porque tratándose de un arrebato, cómo iba a darlo a conocer, para explicar tan mal ambiente junto al féretro de la última víctima mortal del terrorismo.
No es la primera vez que pasa algo de esto, pero sí es nuevo que le deis publicidad. ¿Recuerdas que Arzalluz calificó a Fernando Buesa como "parte del paisaje" después de que fuera asesinado? Él fue a la capilla ardiente de Fernando. Pasó sin decir una palabra frente a la familia y a los dirigentes socialistas presentes en el velatorio, estuvo unos momentos frente al féretro y volvió a pasar sin dirigiros una mirada. Cuando estaba a punto de salir, José Antonio Rubalkaba le dijo: "ven a saludar a Jon Buesa" y volvió a pasar dos veces ante vosotros para dar un abrazo al único Buesa nacionalista. Nadie le dijo nada. Nadie corrió a contar nada a la prensa.
Ten salud, Patxi. No os deseo ni un solo voto menos de los que habríais obtenido antes de que ETA decidiera intervenir en esta campaña con el asesinato de Isaías. A él sólo cabe desearle que la tierra le sea leve y que su nombre no se borre jamás de nuestra memoria. Amén.
Que así sea
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