Vicente Botín ha publicado un libro-reportaje sobre la vida diaria en Cuba que merece ser leído con atención.
Dice la editorial (Ariel 2009)en la contraportada que Los funerales de Castro es un verdadero fresco de la Cuba actual, escrito con precisión, ironía y mucho sentido del humor y aliñado con los poemas y canciones con que los cubanos tratan de exorcizar sus demonios.
En sus cuatrocientas y pico páginas con notas, bibliografía y una relación exhaustiva de nombres, desarrolla en sus veintidós capítulos otros tantos aspectos de la vida en la isla.
En el epílogo muestra una cierta esperanza de que tras el entierro real de Fidel pueda salvarse lo salvable de la revolución siempre contando con el imprescindible acercamiento a su vecino del norte.
Muchos cubanos utilizan la vía del suicidio como fórmula de escape definitivo. El tópico de un pueblo feliz y jaranero no se corresponde con la realidad. Detrás de las bambalinas se oculta el drama de muchas personas que deciden quitarse la vida, acogotadas por un sistema que genera desesperanza y frustración. “Los cubanos no se suicidan, se matan” dice Eliseo Alberto, y no le falta razón, porque uno de los métodos más comunes de decir definitivamente adiós es darse candela, prenderse fuego.
Cuba tiene la mayor tasa de suicidios del hemisferio; y una de las mayores del mundo, de acuerdo con estadísticas elaboradas por la Organización Panamericana de la Salud.
No les recomiendo el libro a los que piensen viajar a la isla por placer; invita a juramentarse para no aparecer por allí hasta que Cuba sea libre.
Salud
La violenta espuma
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Daisy Zamora
*La violenta espuma*
Visor, 2017
*Perdón por no habernos quedado*
*donde nos obligaban la tradición*
*y el buen gusto.*
*Por atrevernos a s...
Hace 4 horas
1 comentario:
La verdad, Rubín, es que conozco a gente que ha estado allí por placer y, bueno, aún gracias a que se puede ir de turista, no como en Corea del Norte. Pero imagino que si escarbamos en lo que hay allí verdaderamente más allá de la "Bodeguita de enmedio" nos quedaríamos petrificados (o no tanto).
Un abrazo.
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