La actuación de la Justicia ha podido resultar desconcertante e incluso inexplicable a los ojos de una buena parte de la opinión pública vasca. Pero, frente a la «restitución del honor» de los encausados reclamada ayer mismo por el PNV, conviene señalar que ninguno de ellos pudo sentirse en ningún momento en una situación de indefensión o con sus derechos civiles disminuidos. Es más, el público debate sobre si los contactos entre representantes institucionales y de formaciones democráticas con dirigentes que mantenían viva la actividad de la Batasuna ilegalizada podían constituir un ilícito penal o, por el contrario, formar parte del necesario diálogo político sirvió para que la defensa de Ibarretxe se convirtiera en un alegato continuado a favor de sus particulares tesis respecto al logro de la paz. Es de suponer que a la luz de la resolución del Supremo los interlocutores de Ibarretxe, López y Ares han pasado a ser considerados representantes de la izquierda abertzale, sin más. Pero que aquellas conversaciones no fuesen constitutivas de delito no las convierte en políticamente convenientes, ni da carta de naturaleza a cualquier actuación pública de esos u otros representantes de la izquierda abertzale ilegalizada.
Hasta aquí el editorial de El Correo de hoy.
Poco más cabe añadir; si acaso recalcar que, hoy en día, el Lehendakari López no se reuniría con aquellos sin causar grave menoscabo a un crédito bien ganado. Lo que hoy es el sentir de la mayoría, unos pocos lo sentíamos y otros menos le dieron forma a una querella que causó un vendaval y mostró públicamente las escasas convicciones nacionalistas por el estado de derecho.
País
Poco más cabe añadir; si acaso recalcar que, hoy en día, el Lehendakari López no se reuniría con aquellos sin causar grave menoscabo a un crédito bien ganado. Lo que hoy es el sentir de la mayoría, unos pocos lo sentíamos y otros menos le dieron forma a una querella que causó un vendaval y mostró públicamente las escasas convicciones nacionalistas por el estado de derecho.
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2 comentarios:
Sinceramente, Rubín, yo no veo delito en el reunirme con un grupo de personas que por más ilegalizadas que estén son libres y están en la calle. Es tan libre Patxi López de hablar con Otegui como de ir al cine con Alfonso Sastre. Hablar nunca puede ser delito, en mi modesta opinión, indepedientemente de que algunos, con todo mi respeto, lo consideren en este caso como inmoral.
Chiriveque, por esa regla que tú defiendes, ni hablar puede ser delito ni como decía el PNV las ideas delinquen. Por supuesto, pero no se trata de eso; no estamos hablando de que se ilegalicen ideas (ya fuera de discusión desde la sentencia final de TEDH) ni de que unas personas se encuentren y charlen un momento o que se reúnan.
El Sr. Ibarreche se reunió con los ex de batasuna con la clara intención de hacer mofa, burla y menosprecio de la ley y de las sentencias que les prohíben a los batasunos tener ninguna actividad política del partido disuelto.
Patxi y Rodolfo se reunieron con los mismos en un ambiente mágico para algunos, que increíblemente y después de cincuenta años se pensaron en el inicio de los tiempos.
Creo que los psicólogos lo tienen bien estudiado, desde mi ignorancia lo comparo con el sentimiento inaugural adolescente que asoló a los cuadros del PSOE una vez alcanzado sorpresivamente el poder en marzo de 2004.
Desde la cercanía que tengo con ellos, creo sinceramente que esa reunión le fue impuesta a Rodolfo desde más altas instancias.
¿A qué crees tú ahora que se deben esas declaraciones negando la más mínima posibilidad a ninguna cesión ante el terror?, ¿cómo pudo haber un día (y hace de ello escasos 3 años) en que esos mismos dirigentes nos explicaban que eran posibles concesiones?.
Chiriveque, estoy de acuerdo; sí al diálogo hasta el amanecer, pero ¿qué le puedo decir?, ¿qué parte de la Constitución o qué ley se deroga?; ¿de qué cesiones, por el hecho de que matan, podemos hablar? Ese es el diálogo con el qué estamos de acuerdo creo que tu y yo. Lo que se dice, y lo que entendí de tu escrito, creo que es otra milonga buenista que se agota en sí misma.
Abrazos
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