lunes, noviembre 09, 2009

Perder la fe


Hay días que los periódicos vienen “cargados”.

Reparen ustedes en la portada de El país digital que les reproduzco.



No les basta con traer artículos nostálgicos de cuando hace veinte años se derrumbó el muro por la presión de la libertad, sino que además nos plantean un debate subrealista entre un comunista “viejo” y una “joven comunista”.

No obstante "lo más", es el subtítulo que acompaña a la entrada “DEMOCRACIA CUESTIONADA” “Los ciudadanos del Este se ven más pobres que en 1989 y pierden la fe en el capitalismo”.

Ahí es nada, detectan la pérdida de fe en el capitalismo y se quedan tan anchos en El País.

Este humilde blogero, entiende que una vez perdida la fe en el capitalismo debieran derivarse consecuencias.

Un periódico responsable no debería dejar la cosa así y qué menos que dedicar dos editoriales y diez artículos de fondo al análisis concienzudo de qué les espera a esos seres que perdieron la fe en semejante dios.

Lo habitual viene a ser ir descreyendo de las utopías y acabar en un realismo más o menos mágico, pero llegar a perder la fe en el capitalismo es un viaje al que muy pocos han llegado después de Marx.

Ahí les dejo los enlaces por si la lectura de las cosas de Wily Meyer les hace también que recuperen la fe en la dictadura del proletariado, pues debe ser que no está de moda tenerla en el capitalismo

Espero que El País no “quite” el debate que se organizó, pues tiene buena pinta a raíz de las pocas intervenciones que he leído.

Salud

3 comentarios:

J. Rogelio Rodríguez dijo...

Buenas noches, amigo.

Te voy a comentar una historia autobiográfica. Hace unos meses, cuando regresaba del trabajo, en mi coche, vi una persona que corría tras el autobús: llegaba tarde (al autobús) y éste decidía no esperarla... Era una mujer. Una empleada de una empresa de limpieza que, trabajaba en una empresa de servicios (de limpieza, obviamente). Eso lo deduje hablando con ella. Me contó que vivíua en Villaverde Alto (perifieria de Madrid) y yo le indiqué que la dejaría en una estación de cercanías, cosa que ella me agradeció mucho.

No recuerdo su nombre pero sí su nacionalidad: era ucraniana; de Keiv. Como Shevchenko, me dijo.

¿Sabes qué me comentó sobre el extinto régimen soviético? Me dijo que lo echaba dre menos. "Teníamos trabajo y seguridad". Así como suena, Rubín.

Eso es lo triste: persistir en el engaño de que es factible el comunismo como forma de vida, como forma de Estado. Más allá de justificar la aterradora idea de que el Estado te diga lo que tienes que hacer, me resulta increíble que algunos (o muchos) se crean que es posible vivir así, bajo la tutela de "Papá Estado", sin que esto colapse.

Increíble, pero cierto.

Abrazos.

El rincón de Chiriveque dijo...

Por desgracia hay más gente que piensa así. El impresentable de Férenc Gyurcsány que reconoció mentir para ganar las elecciones y provocó los disturbios gravísimos en Budapest son prueba de ello.

Pero hay más... ¿quién no ha oído alguna vez a un amigo, familiar o conocido aquello de "con Franco esto no pasaba"?...

La estupidez, amigos, es infinita. El hombre, en tiempos de crisis, ansía los totalitarismos. Triste, pero así es.

Rubín de Cendoya dijo...

Amigos, entiendo la estupidez en la gente, la puedo entender en políticos interesados, pero que además todo un periódico que se dice de referencia se tome como lógico ese sentimiento de pérdida del totalitarismo debiera alarmar a más gente.

Puede que ande influenciado por mis lecturas, pero estas cosas me irritan, lo mismo que cuando me cuentan que en cuba hay pobreza pero "está repartida". Casualmente nunca les toca nada a los miembros del partido.