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Caín y Abel en Alemania
Escribe en Agosto de 1932 Joseph Roth a su entonces aún amigo y editor del Frankfurter Zeitung, Benno Reifenberg sobre un artículo publicado en la sección de política del periódico y le reprocha la ambigüedad o la contextualización que encuentra en el periódico, al distinguir entre el partido nacionalsocialista y sus votantes.
Joseph Roth es partidario de no andarse con medias tintas y de no pretender educar al demonio.
“… el optimismo sumamente ingenuo, quizá por ser empleado en el periódico sólo con objetivos didácticos, de que entre los catorce millones de votantes del Partido Nacionalsocialista haya algunos que no quieran saber nada de asesinato y guerra civil. Incluso empleado con objetivos didácticos, ese optimismo es insensato.”
Continúa con sus reproches al responsable de la política editorial del FZ y le propone que el antiguo periódico socialdemócrata debe ser claro en la lucha contra el demonio:
Es preciso que ponga en el periódico, siquiera una vez, que la sangre no es agua. Cuando ha corrido no se puede silenciar. Si no se conoce a Caín, no es lícito decir que acaso pudo haber sido Abel. …. si yo tuviera un periódico, en él figurarían las informaciones diarias sobre los asesinatos políticos bajo la cabecera: “Caín contra Abel en Alemania”
Creo que es a Ludger Mees al único que le he leído que además del 20 aniversario de la caída del muro, también se celebra el septuagésimo primero de la noche de los cristales rotos. Está bien celebrar la llegada de la libertad, pero no se debe olvidar el pasado, y los que vivimos en un país que tan cerca (¿ha estado?) de esas prácticas intimidatorias, menos que nadie.
No he avanzado en la lectura de las cartas de Joseph Roth hasta esa fecha, pero a medida que pasan los años, con Hitler en el gobierno, es más clara su postura y su pesimismo sobre la situación.
Algún día les copiaré alguna carta en la que le reprocha a Stefan Zweig lo que considera una postura poco militante antinazi.
Salud
1 comentario:
Ya tengo el libro, Rubín.
To entrada es sencillamente emocionante. Debería ser un capítulo de la asignatura de Educación para la ciudadanía. De veras.
UN abrazo y te contaré cuando lo haya leído.
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