viernes, agosto 14, 2009

El santo bebedor

Roth me miró frunciendo el semblante y me ordenó: “Deme su dirección alférez”. “¿Por qué? ¿Quiere escribirme una carta?”. Roth repitió su orden: “Deme su dirección”. “Budapest hotel Royal”. Y entonces Joseph se puso en pie, me dio la mano, me abrazó incluso y me dijo satisfecho: “Si todavía viviera en Berlín, no le hubiera dado la mano”.

Después me presento a Stefan Zweig, a quien veía por primera vez, y me ofreció asiento. Zweig señaló: “Sepp está en este momento dándome una conferencia profética sobre el futuro”.


Joseph se lanzó a hablar: “Los dos me darán la razón por tener una visión sombría del futuro. No pienso sólo en el futuro de Alemania, sino en el de todo el mundo. Culpable de ello es el alejamiento de Dios. Los hombres han sido infieles al Dios bueno, viejo, barbudo y han creado un nuevo dios que se llama progreso. Creen fanáticamente en la técnica, en la
mecanización creciente. Este nuevo dios, como un Moloch, nos destruirá un día. Los nuevos descubrimientos científicos parecen al principio servir al hombre, pero llegará un momento en que se convertirán en su perdición. Piensen, por ejemplo, en la dinamita de Nobel. Al principio fue una bendición, después trajo la muerte. Cuando Nobel vio lo que sin querer había realizado, hizo penitencia y fundó por vergüenza el premio Nobel”.

Y siguió así media hora más. Sólo hacía pausas para apurar las copas de coñac. Zweig le dijo: “Tiene razón en muchos aspectos, Sepp, pero no veo el futuro tan negro como usted”.


Pensé en el entusiasmo de Roth por Oswald Spengler y apunté: “O sea, la decadencia de Occidente”. “Del mundo entero” gritó Roth tan alto que la gente de las otras mesas nos miró indignada.

Todo lo que Joseph decía me parecía exagerado; pero cuando cayeron las primeras bombas atómicas pensé en él, y si hoy, cuarenta y ocho años después, reflexiono a cerca de la profecía de Roth, tengo que darle la razón: el Moloch del progreso destruye el mundo.


Con el subtítulo de Recuerdos de Joseph Roth, los recuerdos de Géza von Cziffra son también, según dicen con acierto en la contraportada, el retrato de un mundo desaparecido. Donde se invocan historias de emigrados, la desintegración del imperio austro-húngaro y el exilio obligado por el nacionalsocialismo; todo ello desde la vida errática, literaria, sentimental y añorada de quien fue uno de los mayores escritores europeos del siglo XX.

Un librito (centenar y medio de páginas) con preciosas fotografías y editado con esmero, como todos los suyos, por ACANTILADO en el mes de Mayo del año 2009


Léanlo con salud

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