miércoles, junio 27, 2012

La realidad y la ley

Ruíz Soroa publica un interesantísimo artículo en El Correo sobre la legalización de SORTU y el absurdo discurso de los dirigentes del PSE y del Gobierno Vasco con su lehendakari al frente.

Los párrafos finales son especialmente lúcidos:

Los que en otra época se denominaban ‘ilustrados’, y hoy podríamos catalogar con el vago adjetivo de progresistas, defienden por el contrario que lo fáctico puede, sí, tener fuerza real para influir en quien promulga las normas, pues condiciona inevitablemente éstas, pero lo fáctico en cuanto tal, como pura colección de hechos, carece de dimensión normativa alguna. Vamos, que Franco impuso una realidad a España, pero malamente se podría afirmar que su realidad tenía ‘fuerza normativa’, sino que era pura fuerza ilegítima. Lo normativo no puede deducirse simplemente de lo real, a no ser que nos olvidemos de la advertencia de Hume: de un ser no puede deducirse un deber ser. La normatividad no deriva de lo existente, sino de la razón dialógica ejercitada críticamente sobre lo que hay. Por eso es la realidad, siempre, la que tiene que rendir cuentas ante la norma, y no al revés. Los socialistas han sido unos característicos (aunque un poco confusos) mantenedores de la idea motriz de que la realidad existente y heredada había que cambiarla «porque era injusta», lo que quiere decir que siempre optaron por la fuerza normativa del valor de justicia por encima de la realidad histórica o social dominante. ¡Hasta hicieron revoluciones para cambiar la realidad! Por eso sorprende tanto que un lehendakari socialista venga ahora a defender la idea contraria, la de que la ley ha de amoldarse a lo existente. Tengo para mí que este espectacular cambio se produce cuando los socialistas atraviesan Pancorbo y ‘piensan en vasco’. Porque entonces se convierten en defensores de la realidad y de la historia como fuente primaria de derechos (‘históricos’, claro). Curioso. O no tanto, que la historia vasca impresiona mucho a quien no se siente muy seguro de su vasquidad.

Hace unos años, no tantos, otros socialistas defendieron la idea contraria: existía entonces una realidad apabullante, la de que la izquierda abertzale tenía fuerte presencia social, un potente partido, y que la sociedad vasca defendía su participación política. Y, sin embargo, se decidió modificar por medio de la ley esa realidad. Se ‘ilegalizó la realidad’, por mucho que curas y curillas protestaran.

Ahora proclaman lo contrario, lo de adecuar la ley a la realidad, no la realidad a la ley. Espectacular pirueta, vive Dios. No parece sino que, más que adecuarse a nada, lo que sucede es que van a remolque de la realidad ajena, o a la búsqueda del voto perdido en esa realidad. Aunque quizás sea sólo que el lehendakari tiene un mal asesor de eslóganes, que sería un conservador camuflado. Todo es posible.


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