miércoles, octubre 26, 2011

Una pena

El lehendakari escribe en su blog tal como si estuviera en el país de las maravillas.

Podemos decir que ETA se va, pero el Estatuto se queda. Que ETA se va, pero se quedan las instituciones de autogobierno que el Estatuto ha alumbrado.


Euskadi no es una fecha, no es un lugar concreto: Euskadi es una idea política, es la voluntad de vivir juntos. Es el deseo de formar parte de un mismo futuro. Euskadi somos todos, todas las vascas y todos los vascos, porque queremos reafirmar nuestra voluntad de seguir conviviendo juntos. Por eso, me gustaría que este Día de Euskadi fuese el símbolo de unidad.


Ciertamente no se pueden decir más mentiras en dos párrafos tan cortos. ¿De dónde saca Patxi que ETA se va y que se queda el Estatuto?


ETA no dijo nunca que se iba o se disolvía, insinuó que se quedaba como garante de que se cumplían sus propuestas.


Lo del estatuto ya tiene más guasa. Una diputación provincial incumpliendo manifiestamente la ley y declarando laborable un festivo para lo que carece, obviamente, de competencias y propugnando la anulación de todo lo andado desde la transición; otra parte, el PNV, siguiendo su política de hace más de una década de declarar inútil el estatuto y propugnar, no su reforma sino directamente, su superación mediante algo inconcreto al que llama nuevo estatus.


En el otro párrafo está condensada esa visión lacrimógena de deseos buenistas al estilo de ZP (España es un concepto discutido y discutible; me esfuerzo por los parados…) “Me guastaría que este día de Euskadi fuese el símbolo de unidad”. 


Un mundo de deseos ignorando la realidad que es justo lo contrario de sus deseos, pero sin hacer nada para cambiarla, salvo esos guiños permanentes a hacer la política de los adversarios para ver si se amansan. 


Para conseguir esa unidad, se empieza por decir la verdad aunque conlleve afearle la conducta a un Sr. Diputado General que vulnera las leyes, a un PNV que aprovecha la festividad para declarar una vez mas la inutilidad de la ley que sustenta la autonomía.


En fin, olvidemos el pasado y vivamos el amor; una canción ligera y una pena de país.

1 comentario:

Carmen Quirós dijo...

No hay mayor ciego que el que no quiere ver, Rubín. Nos esperan tiempos oscuros; pero hay una cosa cierta: al cabo amanecerá y, cuando ocurra, no se habrá visto sol más brillante y cálido que el que brillará como vencedor de las tinieblas del País Vasco.