Euskadi Información Global publica hoy un extenso artículo sobre la historia del movimiento social surgido en el entorno de ETA-Batasuna y que en la actualidad se puede considerar más cercano al nacionalismo tradicional.
Lokarri cumple 20 años teorizando sobre el mito del “conflicto vasco”, situando a las víctimas del terrorismo a los pies de sus verdugos, exigiendo al Gobierno democrático español que negocie con ETA de “igual a igual” y orquestando todo tipo de iniciativas, siempre bien engrasadas con dinero público, para imponer la idea tan irreal como obscena de que, tras lo padecido en Euskadi durante las últimas décadas, ahora es necesario “pasar página” y “ceder desde todas las partes” para alcanzar una “reconciliación” en la que no haya “ni vencedores ni vencidos”.
....En 1986 había nacido Gesto por la Paz de Euskal Herria que, durante los últimos años ochenta y primeros noventa del pasado siglo, impulsaría, por primera vez en la reciente historia del País Vasco, un importante movimiento social contra la violencia terrorista ETA. El auge de esta organización, y de otras similares que estaban surgiendo en las tres capitales vascas, preocupaba al dúo ETA-Herri Batasuna, que ha tenido siempre como objetivo principal controlar obsesivamente los más diversos ámbitos de actividad de la sociedad vasca, desde los movimientos juveniles a los equipos deportivos, pasando por el mundo laboral, los espacios universitarios, el sector económico o las más diversas actividades locales.
.....Elkarri, fundado oficialmente en 1992, centró sus primeros años de actividad en buscar argumentos que transmitieran gráficamente su idea de que en el País Vasco existe un conflicto entre dos partes enfrentadas y que de este choque solamente podía salirse a través de un proceso de negociación y diálogo entre ETA y el Gobierno. De hecho, Elkarri desarrolló varios conceptos para transmitir este mensaje: la idea del “empate infinito” (1995) trataba de evidenciar la poca utilidad contra ETA que, según su criterio, tenían las distintas estrategias de fuerza o imposición; el “tercer espacio” (1996) fue un término acuñado por Elkarri para, poniendo en un mismo plano de legitimidad a víctimas y verdugos, describir la existencia, en su opinión, de un espacio social mayoritario, que “ni aceptaba la violencia ni compartía el inmovilismo”; la propuesta Izan (1997), fue una iniciativa sobre la Adicional Primera de la Constitución y los Derechos Históricos que, en opinión de la coordinadora dirigida entonces por Jonan Fernández, demostraba que existían vías compartibles y transitables para “encontrar una salida” política a la violencia terrorista y a las amenazas proetarras.
.....Mientras Jonan Fernández se marchaba a Arantzazu a poner en marcha un nuevo Centro por la Paz y de Elaboración ética de conflictos llamado Baketik, donde se dedica, entre otras cosas, a publicarse sus propios libros con dinero público y a implementar programas de inteligencia emocional dirigidos a la reconciliación entre víctimas y verdugos, Elkarri se convertía en Lokarri, una red ciudadana por el Acuerdo, la Consulta y la Reconciliación, cuya coordinación quedaba en manos de Paul Ríos.
Bajo la dirección de Paul Rios, Lokarri ha acentuado más aún si cabe su perfil nacionalista y se ha centrado en desarrollar un presunto “proceso de paz” entre el Gobierno y ETA, actores protagonistas del “conflicto vasco” que, como en opinión de esta organización poseen idénticas legitimidades, necesitan de “mediadores” para acercar posturas.
Hasta aquí unos párrafos que destaco del extenso artículo. Es muy recomendable sulectura completa para hacerse una idea más cabal de las falacias que nos quieren hacer creer los nacionalistas y muchos socialistas vascos asilvestrados.
1 comentario:
La cuestión es si la sociedad vasca está dispuesta a aceptar esos postulados o, por fin, empieza a rechazarlo.
Debo confesar que tengo poca esperanza en que despierte el sentido crítico de los vascos. Son un gran pueblo, lástima que no tengan un señor a su altura, que use su docilidad y credulidad para fines elevados.
Un saludo, Rubín.
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